Boutique de poesía

    Nueva reseña del libro Línea continua de Ada Soriano

    Nueva reseña del libro Línea continua de Ada Soriano

    «Merece la alegría el precio que se paga por el riesgo que supone el vuelo»

    Ada Soriano (Orihuela, 1963) nos acostumbra con sus poemarios a la delicadeza de quien recibe la vida sin condiciones, sin la quimérica insensatez de tratar de esquivar sus territorios más inhóspitos, menos reconfortantes. Toda vivencia es nutritiva y, por tanto, susceptible de ser tejida con hijo de enseñanza. Esto mismo ocurre en su último libro, Línea continua (Ars Poética).

    Si me permites el juego de palabras, ¿qué une una línea continua?

    Podría decirte, Esther, que une tiempos y espacios, que nos liga a nuestros predecesores y a los que están por llegar. La vida nos va poniendo obstáculos y nos recuerda constantemente que somos mortales. Vida y muerte siempre enlazadas, la línea las une de manera irremediable. Por ese motivo doy cuenta de «la línea continua y discontinua, / el bordillo de la acera y sus estrías».

    La vigilia, ¿de qué nos previene en la noche, de qué salva?

    La vigilia es un estado de alerta que bien podría prevenirnos y salvarnos si estamos lo suficientemente serenos. En ese estado en el que somos conscientes —el que precede al sueño profundo— somos capaces de soñar despiertos, es decir, de imaginar, fantasear… Si creamos situaciones alegres o reconfortantes, quizá podríamos hablar de prevención y curación. Pero ante las preocupaciones e incertidumbres que nos asaltan, atemoriza y entristece. La vigilia, por tanto, posee esa dualidad.

    ¿Cómo socavar «la materia del miedo»?

    Ah, sí, buena pregunta. De prevención y curación hablábamos. Cierto es que «Si me despisto/ un muro se alza/ con su materia de miedo». Pero no siempre se está al tanto. Tres veces en mi vida, si mal no recuerdo, he tocado fondo, he quedado atrapada en una tela de araña, en un miedo irracional. Y me he visto no ya excavando para encontrarme de nuevo, nuevamente animada y recompuesta, sino dinamitando para que ese muro que no me permite ser parte del mundo se derrumbe y pueda así apreciar todo el esplendor de la luz.