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    Nuevo libro de Jesús Aparicio González

    Nuevo libro de Jesús Aparicio González

    Los gorriones, desde sus nidos, despiertan el día con sus gorgeos, sus gritos insistentes y esperanzadosporque logran que una jornada más amanezca con sus trinos. El poeta, gorrión incansable, porfía con su canto por llegar al alma de los hombres. Jesús Aparicio González lo consigue. Esos pardales parlanchines bajan luego a la tierra para buscar su alimento y dejan sobre el suelo las delicadas huellas que han fabricado salto a salto: señales del futuro / son también esas huellas de gorrión / heladas en el barro. El poeta busca dejar el rastro de su espíritu escrito en unas hojas. Jesús Aparicio González lo ha logrado en su último libro Huellas de gorrión. Se trata de una obra recopilatoria de sus últimos siete libros. Un camino de múltiples reflexiones sobre la vida, sobre el paso del tiempo y sobre la muerte. EN LA PLAYA Para llenar mi tiempo han buscado mis ojos el sueño de una playa. He gozado del agua sobre mi piel desnuda y lamido la salsobre la piel amiga. Levantado castillos.Luchado con las olas. Y me he dormido solo

    al ocultarse el sol, bajo las estrellas sin nombre.
    La vida es breve. Un instante de arena.
    Un instante de mar. 

    El libro es un recorrido por el interior de una voz poética que parte de la observación minuciosa y creativa para trascender y expresar sus pensamientos y sus deseos con simbólicos versos: PUPILA EN EQUILIBRIO
    Cuando el sol se hace un hueco
    en los ojos oscuros del poeta
    y este lo conduce
    –pupila en equilibrio–
    sin derramarlo por el túnel hasta
    la puerta del jardín,
    entoncesse enciende un alba virgen.
    La tierra sonríe.
    Aplaude el agua clara.
    Y cae nuestra simiente en la huella
    –crecida llave– de un gorrión.
    La palabra y la poesía son motivo de atención para Jesús Aparicio en toda su obra. En el poema que inicia el libro ya se habla de las palabras como unas mariposas, esas que persigue el autor y que le esquivan como versos a un poeta. EN EL CENTRO DEL AGUA
    está el germen del fuego,
    la palabra que bebe
    en lo oscuro su sueño.
    En el vientre del marel silencio se mueve
    y en su fondo va abriendo
    la palabra que crece.
    La palabra madurabajo tierra en la noche
    mientras su luz espera
    al gallo que la nombre.
    Ya se eleva su formacual ciprés entre nieblas,
    llama al cielo esa lanza,
    toca un punto una estrella.
    Allí encuentra sentido
    y alguien se hace su dueño,
    clara y breve la vive
    sin dejar de ser sueño.SEPTUAGÉSIMO SÉPTIMA LECCIÓN Esta mañana he desempolvado
    el primer tambor que tuve en mi infancia.
    Lo aporreo y castigo con un lápiz
    huérfano de palabras.
    Afortunadamente nadie dice
    que esto sea música.
    El duende es caprichoso y nos exige
    trabajar la mirada
    para dar con la luz.
    En poesía no
    todo vale y nada
    es lo mismo. 

     En este itinerario vital, Aparicio contempla la naturaleza que le rodea y se funde con ella para formar parte de su paisaje: POEMA DE UNA VEZ La sombra de esta higuera me cobija
    hoy, mañana será templo de otros
    peregrinos.
    Una vez pasaré por este huerto,
    que no pise mi pie la inocencia del caracol,
    que disfrute mi boca, una vez,
    la sangre del tomate que la tierra
    me regala sin merecerlo.
    Cambia de piel la nube por efecto
    del aire que respiro
    y encuentra su perfil, una vez,
    espejo en mis ojos.
    El día es corto y único,
    que no les falte el pan a las hormigas.
    Finalmente quiero destacar un poema que me ha impactado como lector y, sobre todo, como poeta. No suelo hablar de mis creaciones en las reseñas de otros autores por respeto y para no tratar de restar protagonismo al autor comentado. Pero en esta ocasión me siento tan identificado con el sentimiento y la idea expresada por Jesús Aparicio que me permito afirmar que hemos sido almas gemelas a la hora de crear estos textos: POBRE GORRIÓN, PERDIDO EN CASA AJENA
    atrapado su vuelo en aire extraño
    por culpa de engañosas, vanas luces.
    Pobre gorrión, golpeando en la ventana
    por hallar el camino que le salve
    del frío y la penumbra de este mundo,
    de la casa por Dios abandonada.
    Así yo, en mi castillo de ilusiones,
    golpeo en el cristal que da al jardín
    por quebrar mis derrotas o mi vida.
    VOLAR Hay un himno en la vida que es la vida, su terca pervivencia más allá de nosotros. VICENTE GALLEGO De vez en cuando,
    volando con mi imaginación,
    golpeo
    la ventana de la vida,
    como el abejorro
    que osa entrar
    en mi casa
    a través de los cristales.
    Él lo ve todo claro,
    pero choca
    contra una realidad
    trasparente, superior,invisible,
    que no puede traspasar.
    Yo, moscardón vitalista,
    creo trascender
    cada vez que lo reitero.
    Tropiezo y quedo noqueado,
    mas volveré a intentarlo.
    Él, animal instintivo,
    continúa su vuelo
    ignorando
    la dura trasparencia.
    Yo revoloteo continuamente
    pensando qué hay más allá
    del lado traslúcido.