Deleites y asperezas

Me recuerdo escribiendo poesía desde niña, tanto en los breves momentos de deleites como en las largas épocas de aspereza. De mi abuelo heredé una antigua edición de poemas de Quevedo que me ha acompañado siempre y en la Universidad descubrí la poesía beat y los poetas de mi generación, los Novísimos de entonces. Continúo volviendo una y otra vez sobre el Borges poeta, porque admiro su modo de pasear por el pasado y porque fue el primero que me descubrió el lugar donde situarse para contemplar el tiempo girando en torno nuestro. Más tarde encontré un poema de T.S.Eliot en el que aconsejaba lo mismo, situarse en el inmóvil punto del mundo que gira, ni carnal ni descarnado, donde se reúnen el pasado y el futuro. Garcilaso de la Vega fue un amor desde el bachillerato, que volvió a seducirme en la madurez con nuevos argumentos y con el que, siguiendo el consejo de Quevedo de escuchar con los ojos a los muertos, dialogo en algunos poemas. Creo que la poesía se nutre tanto de las propias vivencias como de los poemas que nos han ido acompañando a lo largo de la vida, porque creo también, que cada poeta no hace sino despertar en cada lector los poemas que permanecen dormidos en su interior. Deleites y aspereza, dos términos que tomo prestados de Garcilaso, reúne poemas de tres libros. Del primero, que da título a todo el conjunto, proceden los primeros poemas. Perforaciones ensaya viajes hacia el pasado, mientras que Poemas de invierno intenta expresar mi resignación y mi rebeldía ante el paso del tiempo.