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    Siempre cayendo

    Una contemplación poética de la caída como destino y redención

    La poesía es un modo de explicar el mundo, de penetrar decididamente en nuestro interior, remueve nuestras emociones. La magia de la poesía nace de las voces de un yo que nos cuenta desde sus reflejos más íntimos la emoción del «Ser ahí». Carlos Martín en su nuevo libro, Siempre Cayendo nos interpela desde un universo en el que las emociones se plasman desnudas de todo artificio, sin adjetivos que la adornen, nos apela en suma, a todo aquello que nos toca en el corazón.

    Siempre Cayendo está jalonado por distintos capítulos a través de los cuales, ante la futilidad del cuestionamiento acerca de la naturaleza del ser, nos invita a aceptar nuestra caída como algo inevitable, una caída de la que acaso solo nos redima la belleza fugaz del instante, el contacto efímero de la piel, la respiración consciente que restaura. Es a través de la contemplación extática, del dolor de la impermanencia y del anhelo como emerge el amor a la vida misma y el ser puede ser contemplado, al fin, en su heroica caída.

    Autores contemporáneos
    Colección
    AB IPSO FERRO
    Materia
    Obras poéticas
    Idioma
    • Castellano
    EAN
    9788418536779
    ISBN
    978-84-18536-77-9
    Depósito legal
    AS 00478-2025
    Páginas
    136
    Ancho
    14 cm
    Alto
    21 cm
    Edición
    1
    Fecha publicación
    09-05-2025
    Número en la colección
    AI-0005/1
    Contacto de seguridad
    Ars Poetica

    Disponibilidad

    El libro no está disponible en este momento

    Sobre Carlos Martín (Autores contemporáneos)

    • Carlos Martín
      Carlos Martín (Madrid, 1956) es Licenciado en Geografía e Historia Universidad Complutense de Madrid. Su vida laboral se ha desarrollado en el ámbito de la Gestión Cultural en la Administración Local. Actualmente reside en la localidad de Cercedilla (Madrid). Ha publicado los sig... Ver más sobre el autor

    Contenidos

     

    EVANESCENCIA
    I - Tanta belleza caerá en el olvido, 13 | II - El pasado siempre vuelve, 14 | III - Abro los ojos, 15 | IV - Como una estrella que atraviesa el cielo, 16 | V - En el pulso lento de la tarde, 17 | VI - La tarde leve, 18 | VII - Dentro soledad, sólo mía, 19 | VIII - Una luz de ceniza baña el jardín, 20 | IX - Borrar los bordes, las antiguas periferias, 21 | X - Tu sombra manchada de ceniza, 22 | XI - El silencio lo envuelve todo, 23 | XII - Cuando del alma se hace tenue, 24 | XIII - Último propósito, 25 | XIV - Acaso sería deseable llegar al punto, 26 | XV - Dentro las voces nos confunden, 27 | XVI - Desorganizar cabalmente el pensamiento, 28 | XVII - Agotadas todas las formas de la ascesis, 29 | XVIII - Encontré palabras mas buscaba otro tipo de certezas, 30 | XIX - Una fina capa de polvo va enterrando tu pasado, 31 | XX - La tarde se desvanece, 32 | XXI - El álamo se cimbrea en la orilla de la tarde, 33 | XXII - Supiste de frondas río abajo, 34 | XXIII - Asomado al crepúsculo me atrapan, 35 | XXIV - Las horas pasan, niebla y gris, 36 | XXV - De aquella luz transparente, 37 | XXVI - Atravesar la Laguna sereno, 38 | XXVII - Hacia adentro, 39 | XXVIII - Guardar silencio y encriptarse, 40 | XXIX - Ámbar de octubre, 41 | XXX - Oscurece rápido, 42

    HERIDAS
    I - No podré olvidar aquella tarde, 45 | II - Sigo atento a los vaivenes de mi carnalidad, 46 | III - Hemos abrazado a los árboles, 47 | IV - Acaso tuvieran razón aquellos guardianes de la palabra, 48 | V - Ceniza y sangre, 49 | VI - Si pensar es sufrir, 50 | VII - Atravesar el bosque de la voz, 51 | VIII - Punzada de desaliento, 52 | IX - Te diré con mi propia voz, 53 | X - El cuerpo aguanta, 54 | XI - El paso del tiempo, 55 | XII - El silencio que adivinas llagará tu miedo, 56 | XIII - Callar desde el borde, 57 | XIV - A la sombra de cipreses y claustros, 58

    RECETARIO DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
    I - A veces nuestro corazón enmudece, 61 | II - La vida sabia es presencia, 61 | III - Ya todo es un hincar, 61 | IV - El silencio es nuestro maestro, 61 | V - Aún sigues creciendo, 62 | VI - Ve más allá de las paredes carnosas del yo, 62 | VII - Otra celada, 62

    LOS OTROS
    I - Tratamos de obtener más y más riquezas y parabienes, 65 | II - Efectivamente el interés de los hombres, 66 | III - La burguesía, siempre miope, 67 | IV - De una sociedad ilustrada, 68 | V - La historia nos enseña que no podemos conciliar diversidad y unidad, 69 | VI - Lejos de asaltar los cielos, 70 | VII - Demasiado tarde comprendimos, 71 | VIII - Escribir para el consuelo, 72 | IX - Ya que al final todos y cada uno vivimos en la creencia, 73 | X - Sucede sin tu aprobación, 74

    SIEMPRE CAYENDO
    Olvido, fragmentos sin trabazón, 77 | Que el camino no sea pedregoso, 78 | Recuperar el pasado, 79 | Sigues con la mirada, 80 | Noche cerrada, 81 | Un punto de luz, 82 | El álamo movido por el aire, 83 | En otros tiempos la lluvia te daba anchura, 84 | La ceniza del tiempo enturbió aquella luz primera, 85 | Recuerdo el olor de la lluvia, 86 | Uno termina por sentir que siempre está cayendo, 87 | Volví a mi hosco silencio, 88 | Abandonados a nuestra suerte, 89 | Siempre sucede, 90 | La mirada tiñe de melancolía el recuerdo, 91 | Rosa y sombría, 92 | Orillar los libros, 93 | Atentos a las afecciones del alma, 94 | El pasado vuelve siempre como siempre vuelve el otoño, 95 | Los recuerdos son como el rocío en el alba, 96 | A mi espalda un horizonte casi olvidado, 97 | El tiempo esculpe las cicatrices del alma, 98 | El primer amor, el pan con chocolate, 99 | Nada permanece, 100 | Como un organismo de millares de ojos ciegos, 101 | Dentro cenizas, 102 | El contacto es una infección, 103 | Creímos que el asunto era una fiesta, 104

    OTROS DESCENDIMIENTOS
    Un rubor anega la conciencia, 107 | Abstraído en altos menesteres, 108 | Atender a lo alto, 109 | Rehén de viejos miedos, 110 | La vida consumida, 111 | Mientras sigues, todo sigue, 112 | Domingo del Señor, 113 | Un continuo caer y levantarse, 114 | La luz de la estrella te conforta, 115 | La cólera de un hombre, 116 | Unos adoran el círculo, 117 | De la infancia perdí el recuerdo, 118 | Cuando todo parece quietud, 119 | La placidez del estanque, 120 | Mar de silencio, 121 | La sombra y la escarcha se posan en la tierra, 122


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