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    Abedules, contra las nubes claras de José Manuel Suárez.

    Abedules, contra las nubes claras de José Manuel Suárez.
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    Acabo de conocer la obra de José Manuel Suárez. Una mala noticia no haberlo hecho antes; una puerta abierta ahora a recorrer su creación poética. Abedules, contra las nubes claras, es ocasión de encuentro, disfrute y conocimiento con un nuevo autor que me acompañará en adelante en mi biblioteca y en mis lecturas.

    Leo en la web de Ars Poética que ha publicado José Manuel Suárez los siguientes libros: En sigilo de llama (Adonais, 1994), Desde más luz (Calambur, 1996), La tierra en tantas manos (Fundación Jorge Guillén, 1998), Que en pan crecía (Calima, 2002), En sed de alianza (Adonais, 2006), Tras la huella de un ala (Premio “Ciudad de Salamanca” 2008), La velocidad de los muertos (Pre-Textos, 2010), Oigo unos ojos. Misereres y payasos de Rouault (Tansonville, 2010), El mal de amén. Tríptico (Burgos, 2011), Pintura de interiores. Cuarteto (Libros del Aire, 2013), Transoscurecer. Las últimas muertes de Paul Celan. Oratorio (Arena Libros, 2016).

    Tras un esfuerzo de conocimiento y creación, el autor ha de regresar a sí mismo, sus raíces, sus orígenes, los lugares y sensaciones que le definen y en los que se reconoce. Acabado Transoscurecer, un oratorio sobre los últimos días de Paul Celan, probablemente necesitaba reconocerse de nuevo, lo que sólo puede lograr, como él mismo nos dice, en su lugar pequeño, "hacia el abrazo de la vieja casa." Ese lugar, tanto geográfico como de la memoria, lo encuentra en Asturias, en las verdes colinas y brañas, en las nieblas, en la naturaleza envolvente, en las montañas tanto como en el Mar Cantábrico.

    De los días pasados, de las horas vividas, del tiempo interiorizado, quedan las huellas en este libro: "cántico, celebración, elegía."

    Nos encontramos con un conjunto de textos breves, pero no por ello menos intensos. Sencillos de lectura, complejos y profundos en el contenido, nos llegan muy adentro con su lectura. Unos son más espirituales, otros más terrenales, pero en el verso encuentran su hábitat ideal, convertidos en reflexión tanto como en sentimiento. El autor buscaba paz y nos asegura que la encontró. Nos ayuda a conseguirla con la lectura de su poesía.

    Tras un poema introductorio, La nieve fatigada, la obra se divide en tres partes: En mi lugar bajo los abedules; Qué mano en este sitio me ha tomado; y Lo que me tiene tan atado a ti.