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    CARTA PARTIDA, DE FULGENCIO MARTÍNEZ. NOTAS DE LECTURA

    CARTA PARTIDA, DE FULGENCIO MARTÍNEZ. NOTAS DE LECTURA

    El título Carta partida tiene su origen en documentos medievales que, seccionados, permitían, al juntarlos, mostrar su autenticidad. Recuerdan al símbolo o tablillas que, unidas, confirman la identidad.

    La propuesta de este libro supone una arriesgada exploración. A primera vista trata del tiempo, ¿cómo podemos hacer coincidir pasado y presente?, y, de qué modo, el presente vive el pasado o se convierte en un futuro, percepción del sujeto que, simultáneamente, nos convierte en objeto. Estimo que esta diferencia entre ambos es el fundamento de los poemas que componen el libro, por tanto, del relato o modo de fabular sobre lo vivido. No confundir con la imagen del espejo, en cualquier caso, si fuese posible, sería la memoria que de ésta permanece invisible sobre su superficie.

    Ser y estar, que pudieron ser el principio, cuando se fusionan, conforman una amalgama que compromete y convierte al ser humano en responsable de un estar, cuyo control escapa a su, llamémosle, racionalidad. Comparable a azar y necesidad, dos fuerzas paralelas que a veces coinciden por un instante fuera del tiempo y del espacio, cuando el sujeto tiene la sensación de que contempla otra cosa, que se parece a la eternidad. Cierto que apenas dura un segundo, pero su luz ilumina las palabras y da lugar al poema.

    El poema “Extraño próximo” muestra estas contradicciones, parece que nos traslada a una atmósfera surrealista:

    Tú mirabas hacia tu cuerpo

    lejano. Era la mañana

    fría, una racha de gaviotas

    se preparaba en el aire.

    Es significativo que ocurra en el punto de partida. Se celebra la despedida. El joven descubre al otro: “cuerpo lejano”. Cuando el sujeto rompe con la unidad del niño, se produce un desdoblamiento, significa que hemos accedido a otro espacio y como consecuencia el tiempo es otro. La mañana fría y el vuelo de las gaviotas constituyen migración y pérdida del nido. Desde ese momento todo será frío. El tiempo y el espacio, sus circunstancias no se distorsionan, son lo que son, líneas paralelas que nunca llegan a juntarse. El joven, cuya maleta porta el padre, intuye que ha roto con el mundo ordenado, perfecto, en el que hasta ahora ha vivido. Frente a la seguridad de la tierra, aparece el camino del agua, esas peripecias que constituyen el viaje de Ítaca.

    ¿Cómo unir el tiempo? Quizá debiera decir los tiempos. A veces tenemos una extraña impresión en la que somos pasado para el presente y, un presente cuyo futuro está destinado al pasado. Evocar el pasado como presente supone un escalofrío que impide distinguir entre objeto y sujeto:

    Los ojos del maquinista del tren

    en el que huirías a estudiar a la ciudad

    se volvieron y te miraron de frente

    Pese a todo, la posibilidad de llegar tarde, el miedo a la rigidez del horario, la posibilidad de alargar la despedida. Excusas, porque es el maquinista quien manda. Su mirada frontal suspende dudas, ya eres otro. Actúa como tus compañeros de viaje, se acabó el sueño de la infancia, el comienzo de la adolescencia, cuando subas al tren descubrirás el pasado, aunque no seas consciente del todo.