Boutique de poesía

    Cazarabet conversa con... Gonzalo Santonja, autor de “Un poeta español en Cuba. Manuel Altolaguirre”

    Cazarabet conversa con...   Gonzalo Santonja, autor de “Un poeta español en Cuba. Manuel Altolaguirre”

    Un poeta español en Cuba, Manuel Altolaguirre.

    Gonzalo Sanjonja nos acerca a: “los sueños y realidades del primer impresor del exilio”.

    Nos acercamos al ensayo de Gonzalo Santonja que consiguió el Premio Nacional de Ensayo en 1995.

    Una muy buena edición, sentida y cuidada por parte de Ars Poetica.

    El prólogo es de Rafael Alberti.

    La sinopsis del mismo. Lo que nos cuenta el libro:

    A los treinta y tres años de la muerte de Manuel Altolaguirre he vuelto otra vez a La Habana, donde el viento marero asistió al renacer de su heroica imprenta de La Verónica, madrileña y universal, poética. Mi querido amigo Gonzalo Santonja, buscador incansable de aquellas islas misteriosas, está recogiendo su memoria, velada por la niebla del tiempo, a través de archivos, de la nostalgia de sus compañeros y del testimonio agradecido de los muchos jóvenes que entonces se formaron en la lectura de los alados libros de aquella mágica imprenta.

    Nos acercamos a Gonzalo Sanjonja: Gonzalo Santonja Gómez-Agero (Béjar, Salamanca, 1952), doctor en Filología Hispánica, diplomado en Documentación por la Escuela Nacional de Documentalistas, Honorary Fellow in Writing por la Universidad de Iowa (USA), Profesor Honarario de la Universidad Ricardo Palma (Perú), académico correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), Academia Argentina de Letras y Academia Filipina de la Lengua Española, es catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y director general de la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua (Burgos). Detenido por la Brigada Político-Social franquista y procesado por el Tribunal de Orden Público, tras la muerte del dictador creó en 1976 Editorial Hispamerca, empresa pionera en la recuperación de autores y obras de la II República, la Guerra Incivil y el exilio, fue cofundador y vicedirector durante sus cuatro años iniciales de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de El Escorial y ha desempeñado cargos directivos en diversas entidades culturales, tanto nacionales como autonómicas. Amigo y colaborador de escritores como Rafael Alberti o José Bergamín, coordina premios de poesía tan importantes como el Jaime Gil de Biedma de la Diputación de Segovia y, entre otras distinciones, en 1995 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo y en 1997 el Premio Castilla y León de las Letras.

    Manuel Altolaguirre. Un poeta de la Generación del 27:

    https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Altolaguirre

    Acercarnos a Gonzalo Santonja con sus trabajos:

    https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=3457835

    Cazarabet conversa con Gonzalo Santonja:

    índice.jpg-Amigo Gonzalo, ¿qué te hizo, en su día, acercarte a Manuel Altolaguirre para acercárnoslo como impresor y poeta en su exilio cubano?; ¿qué tiene Altolaguirre de diferente y diferencial para haber escrito este libro?

    -Decía André Breton, pontífice del surrealismo, que el azar es objetivo, y el azar quiso que entre mis profesores de la Universidad Complutense figurase Maya Smerdou Altolaguirre, sobrina de Manuel Altolaguirre y su editora en la España franquista de los años setenta, con la que acabé estableciendo una muy buena relación de amistad y colaboración. Ella me abrió de par en par las puertas al mundo mágico de Altolaguirre y, años después, de su mano llegué a Concha Méndez y Paloma Altolaguirre, a las que visité en México.

    -Pero, aunque te acercaste, en una minuciosa investigación, a Manuel Altolaguirre escribiendo un ensayo que te otorgó el Premio Nacional de Ensayo en 1995, hace muchos años... la huella de este poeta, enamorado del “particular arte de imprimir”, sigue siendo muy, muy alargada, ¿verdad?; está muy, muy presente..

    -Sí, claro, para mí especialmente, porque yo fui muy amigo de Rafael Alberti y José Bergamín, y ambos me hablaron mucho y con muchísimo cariño de Altolaguirre, editor de los en los años de la II República. De hecho, mi libro nació “por culpa” de Alberti cuando estábamos en Cuba.

    -Muestra de ello es esta edición tan cuidada que nos ofrece, hoy por hoy, Ars Poetica, ¿no?

    -Sí, se trata de una edición estupenda, muy cuidada. En este sentido, ARS POETICA es una editorial de las de antes, del 27.

    santonja-kBIB-U90435012187pTE-624x385@Burgosconecta.jpg-¿Cómo ha sido trabajar con Ars Poetica?

    -Fácil y agradable. Mi relación con Ilia Galán, escritor importante, es muy cordial, compartimos muchas claves intelectuales, y con el editor ha discurrido francamente a pedir de boca.

    -Amigo, aunque creo que, desde hace unos años hay un renacer muy fuerte en la poesía... se produce, se escribe muy buena poesía y se “nos ofrece” con una ediciones muy cuidadas y por qué no la gente ha encontrado en las nuevas tecnologías un trampolín para mostrar, mostrarse, comentar y hablar de poesía... pues, bien, sosteniendo todo esto creo que todavía es difícil acercar, explicar, sentir y hacer que nos sumerjamos en el mundo de la poética, ¿cómo lo ves?

    -La poesía siempre ha sido un género minoritario.

    -Pero aquí parten con un poco de ventaja los poetas que, como Altolaguirre, se agrupaban en una especie de “grupo que convivían, hablaban, componía, leían...”, lo que es una “Generación” y que, en el caso de Altolaguirre fue la del 27...

    -No confundamos las perspectivas, o sea, nuestra visión del 27 y la realidad del 27. En su momento hacían ediciones mínimas. Las míticas publicaciones de Litoral, que son las primeras, eran de unas pocas decenas de ejemplares. Lo que sucedió fue que Lorca y Alberti trascendieron muy pronto los círculos poéticos y se convirtieron en personajes con una proyección pública importante. Pero los demás, desde Emilio Prados a Luis Cernuda, no tuvieron en vida el reconocimiento de ahora. Y Altolaguirre, editor de todos ellos, solo sacó adelante con mucho trabajo su imprenta artesanal. Que no se equivoque nadie: el reino de Jauja nunca fue el de la poesía. Y que tampoco se olvide que el grupo cuajó por mor de la generosidad de un torero: Ignacio Sánchez Mejías, él fue quien los reunió en Sevilla para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora. Amigo íntimo de todos ellos, Lorca y Alberti lo universalizaron con sus elegías “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías” y “Verte y no verte”, y también lo cantaron, entre otros, Miguel Hernández y Gerardo Diego. Ignacio, que encontró la muerte en las astas de un toro ruedo, era todo un personaje: presidente del Betis, actor de cine, jugador de polo y escritor, que ahí está su obra literaria, con unas comedias que marcan lo mejor de nuestro surrealismo dramático.

    -¿Cómo era Altolaguirre dentro de esta Generación que dio tantos nombres y que hizo perdurar el arte poético de una manera superlativa...?

    -Altolaguirre era generosísimo, cariñoso y entrañable, él y su mujer hicieron de su imprenta uno de los puntos de encuentro y afianzamiento de la Generación del 27, abrieron el camino a la del 36 y luego, así en Cuba como en México, tendieron puentes de unión entre los escritores españoles y los americanos. Allí los recuerdan con mucho cariño.

    santonja2-kTuH-U140838170754beF-624x385@El Norte.jpg-Esta Generación, sin embargo, vio como muchos de sus poetas marcharon al exilio.¿ Cómo fue o cómo influyó en general, en estos poetas el exilio?. Preguntado de otra manera o dándole otro giro a la pregunta: ¿qué rasgos hizo el exilio que compartiesen esos poetas que tuvieron que poner “tierra de por medio”?

    -Vamos a ver, todos los poetas del 27 que se exiliaron lo hicieron en países hispanohablantes, lo que enriqueció su español. Y digo “todos los que se exiliaron”, porque otros, como Gerardo Diego, permanecieron en España, y eso no se puede desconocer.

    -En particular:¿cómo fue el exilio para el poeta Manuel Altolaguirre?

    -Primero muy difícil, porque en Cuba tuvo que abrirse paso casi desde la nada, contando con el apoyo generoso de un puñado de poetas cubanos, como Emilio Ballagas, el de la anécdota malvada que inventó Neruda.

    -¿Y qué anécdota es esa?

    -Bueno, Ballagas, que era homosexual, condición que ocultaba, confió un libro suyo a Altolaguirre y luego arrojó la edición al mar. Neruda escribió que fue a causa de una errata malintencionada de Altolaguirre, que donde ponía “siento un dolor atroz que me desgarra” habría puesto “siento un dolor atrás que me desgarra”. Pero eso es mentira, una mentira que algunos siguen repitiendo. El libro era inencontrable en el mercado de segunda mano, sí, pero yo me fui a la Biblioteca Nacional de Cuba y allí claro que había un ejemplar. Pues bien, ese verso no existe, ni ese ni ningún otro parecido. Altolaguirre era incapaz de eso.

    santonja-maestranza-kyE--620x349@abc.jpg-Para muchas personas que vivieron el exilio, aun volviendo físicamente del mismo... se notaba que seguían “no en el exilio, pero sí exiliados”. ¿Crees que es así, compartes, digamos, esta teoría?;¿cómo lo ves en el caso de muchos de los poetas de la Generación del 27 y en el muy particular de Manuel Altolaguirre?

    -Sí, por desgracia. La vida y el perfil de las ciudades cambia continuamente, trabajas en una ciudad dos o tres años, te vas y vuelves al cabo del tiempo y tus recuerdos enseguida chocan con la realidad, incluso llegas a sentirte extraño . Pues pensemos en que la vuelta se retrasa cerca de cuarenta años. Los exiliados volvieron tras la muerte de Franco y no conocían a nadie y nadie los reconocía a ellos. Sus padres habían fallecido, sus sobrinos los extrañaban, los amigos antiguos apenas los recordaban. Y ellos, inevitablemente, tenían ya hecha su vida fuera de España. Recuerdo que a finales de los setenta, hablando de este con don Francisco Giner de los Ríos, de pronto le pudo la emoción y rompió a llorar: “mis hijos son mejicanos, para mis nietos España solo es una referencia lejana, mi mujer está enterrada allí”. El franquismo rompió la cadena de las generaciones, y eso, culturalmente, es tremendo, entre otras razones porque provocó una perversión en la escala de valores y se perdieron las referencias de los maestros.

    -Si digamos que vocacional y vital es la poética de Altolaguirre, importantísima para él como persona humana y como creador literario, ¿cómo o qué lugar debería de ocupar el oficio de imprimir?

    -Altolaguirre y Bergamín se miraron como editores en el espejo de Juan Ramón Jiménez, y ese es un capítulo ineludible, fundamental y bellísimo en la historia del libro español.

    Manuel_Altolaguirre.jpg-¿Cómo y de qué manera se convierte en el primer impresor del exilio?

    -Por necesidad, esa era su profesión, él y su mujer crearon en Madrid un taller tipográfico acreditado, que imprimía sus libros y los de otras editoriales, un taller profesional con una plantilla de tipógrafos. Era su modo de vida, no sabían hacer otra cosa y a eso se aferraron de inmediato, con una imprenta habanera que desarrolló una labor similar a la de Madrid. En Cuba y México se reconoce ese trabajo, punto de unión y equilibrio entre clásicos/modernos y contemporáneos y de los autores exiliados con los cubanos y mexicanos.

    -¿Qué significó para ti que Rafael Alberti, sin lugar a dudas, uno de los referentes poéticos del siglo XX y que sembró poética e inspiración más allá de “su tiempo” realizase el prólogo del libro?

    -Mi relación con Rafael Alberti y también con José Bergamín fue muy estrecha durante años y obviamente ambas relaciones han sido y son para mí fundamentales. Los tengo muy presentes.

    -¿Qué diferentes etapas registra la poesía de Manuel Altolaguirre?

    -La poesía de Altolaguirre, corta e intensa, está bien periodizada, con dos etapas y un intermedio. La primera etapa, que incluye diez poemarios, se extiende desde 1926 hasta 1936, cuando publicó dos libros a mi juicio inmensos: “La lenta libertad” y “Las islas invitadas”. El intermedio corresponde a la guerra, con poca poesía y de circunstancias. Y, finalmente, la etapa del exilio, cerrada entre 1946 y 1949 con dos poemarios dedicados a su segunda mujer y abierta en 1939 con “Nube temporal”, libro emocionante que él explicó con lírica intensidad en la nota preliminar: “es libro en el aire, triste como de invierno, con algunos poemas temporales, otros menos airados, otros más permanentes en lo que quede de mi obra, si es que algo queda; poesía que no me deja ver el sol, que limita mi cielo, de la que no soy el único responsable, pues no hay verso salido de mi pluma por mí solo designio, sino de una amorosa colaboración con otros seres”.

    Manuel-Altolaguirre-lifeder.jpg-¿Se entendería la poesía de Altolaguirre sin el exilio?

    -Claro, perfectamente. La poesía de Altolaguirre está vertebrada por la muerte, la soledad y el amor, temas eternos. La muerte muy prematura de su madre, en 1926, lo dejó herido para siempre, y luego, abriendo esa herida sin cicatrizar, los desastres de la guerra, de los que supongo que hablaremos enseguida.

    -¿Y cómo le fue como impresor y editor? En los primeros años sintió mucha ilusión, ¿verdad?, allí con la revista Ambos, después con Litoral—cuyo creador fue él junto con Emilio Prados--, ¿fue esa revista uno de los principales nexos de unión de la “mítica” Generación del 27?

    -Hasta que se entregó al cine, la poesía y la imprento fueron sus razones de vida.

    -Sus años como editor, impresor –sin dejar la poesía—con quién le lleva a colaborar de manera más estrecha?

    -Todos los poetas del 27 y los nuevos del 36, pensemos en Miguel Hernández, crecieron de su mano.

    -Una colaboración que era o se convertía en una auténtica relación de ósmosis, no?; ¿hay mucho de aprendizaje , de relación desde su “yo editor e impresor” en el Manuel Altolaguirre?

    -Lo mejor será dar la palabra al propio Altolaguirre, que explica muy bien esa relación –tienes razón- de ósmosis en el romance de guerra que dedicó a uno de sus obreros tipógrafos, Saturnino Ruiz, miliciano en Somosierra, donde murió en combate:

    Pienso en el taller contigo

    antes de estallar la guerra;

    pienso en ti, tan cumplidor

    delante de la minerva.

    Un libro de García Lorca,

    con sus primeros poemas,

    iba de él a ti pasando

    por el amor de las prensas.

    Él y tú, los compañeros

    de mis trabajos y penas.

    Si contigo fui impresor,

    él fue conmigo poeta;

    Impresor Lorca con Altolaguirre, poeta Altolaguirre con Lorca. Y los obreros de aquel taller pasando aquellos versos “por el amor de las prensas”. Sí, relación de ósmosis.

    Manuel-Altolaguirre-UL1.jpg-¿Cómo fue esa guerra en la que se pone al servicio del antifascismo? -A la vez es director de La Barraca, ¿cómo es su paso por aquí?

    -Hombre de profundas convicciones democráticas, Altolaguirre estuvo siempre al lado de la República y ese compromiso se plasmó en su obra literaria y en su faceta impresora. Recuérdese que la mejor revista literaria de cualquier país en tiempos de guerra, como señaló Waldo Frank, se hizo aquí, fue “Hora de España”, y la hizo él, al frente asimismo de las Ediciones Literarias del Ejército del Este, empresa absolutamente memorable y ejemplar. Recuérdese que, después de la batalla del Ebro, inmersos en un ambiente de desolación, Altolaguirre publicó tres libros, impresos sobre papel fabricado con la ropa de los combatientes muertos, dos de los cuales forman parte del patrimonio universal: “España, aparta de mí éste cáliz” de César Vallejo y “España en el corazón” de Pablo Neruda; el tercero es “Cancionero menor para los combatientes” de su amigo del alma Emilio Prados, que yo recuperé en facsímil nada más morir Franco. En cualquier otro país esa historia portentosa sería glosa como se merece. Ahí es nada: hundirse en la amargura de la derrota y encarar los Pirineos dejando detrás un rastro imperecedero de poemarios eternos.

    -Varios hermanos suyos mueren en la contienda, parece ser que Manuel Altolaguirre se ve muy afectado emocionalmente y que lo arrastra en el primer exilio que cruza los Pirineos, para acabar detenido en un Campo de Concentración de donde es “rescatado” para recuperarse en un psiquiátrico...

    -No mueren: los asesinan. A Luis Altolaguirre y al poeta José María Hinojosa, con quien él y Emilio Prados habían compartido la segunda etapa de “Litoral”, los acribillaron a balazos una cuadrilla de pistoleros anarquistas en el muro del cementerio de Málaga mientras otra cuadrilla de miserables, de signo político contrario, asesinaba a Federico García Lorca, que para él era un hermano, junto a un maestro y dos banderilleros, de los cuales algunos parecerían haberse olvidado, quizás porque eran toreros. Y pocos meses después corrió la misma suerte fatal otro de sus hermanos, Francisco, militar, también pasado por las armas. Altolaguirre lo pasó peor que mal.

    -Sí, es verdad, perdona, los asesinan…-Bueno, abordemos el exilio. Yo creo que, aún en lo más triste y quebradizo que puede suponer un exilio...también creo que puede sacar, en algún momento e instante, lo mejor ¿Cómo lo ves? ¿Qué dejó el exilio cubano de Altolaguirre que muy presumiblemente nunca hubiésemos conocido si no hubiese sido por el exilio?

    -Altolaguirre se impregnó de lo mejor de Cuba, como luego se impregnaría de lo mejor de México. En España estuvo con los mejores de su generación, admirando y respetando a los maestros del 98, desde Unamuno a Machado, sobre todo a Machado, y esa fue una constante en su trayectoria: siempre con los mejores, y siendo uno de ellos.

    -Primero es Francia, pero solamente de paso, después Cuba y México... ¿qué diferenciaciones experimenta Manuel Altolaguirre, como persona y como editor , impresor y poeta en sus exilios al otro lado del Atlántico?

    -Cualquier español necesita para realizarse plenamente tener y asumir la experiencia americana, una suma de diversidades que te hace comprender y sentir de verdad la grandeza de la cultura española, una cultura que no nos pertenece a los españoles, que apenas representamos el seis o el siete por ciento de las personas que viven, trabajan, luchas y sienten en español.

    versos-manuel-altolaguirre.jpg-Por cierto, ¿cómo es el retorno a España...pisa por primera vez suelo español en 1959 para ir al Festival de Cine de San Sebastián ,ya que se presentaba fuera de concurso El cantar de Cantares—basada en el pensamiento de Fray Luis de León—y del que Altolaguirre era guionista y director…?.-Película en que Altolaguirre se deja ver como el ser espiritual que es y que ya se mostraba en las otras disciplinas artísticas que abrazó y que no son pocas....

    -Altolaguirre estaba ilusionadísimo, de hecho, él y su mujer ya tenían casa en Madrid, por cierto, casa en la que luego se instalarían la familia Amorós, me refiero a los padres de Andrés Amorós, a quien yo tanto admiro y que tan amigos somos. O sea, volvía para quedarse y empezar de nuevo, y eso sólo puede hacer en alas de la ilusión.

    -La tragedia de ese retorno se materializa con el accidente de coche que le cuesta la vida a él y a su mujer...a su entierro de la Generación del 27 solo va Dámaso Alonso...pérdidas rodeadas de soledades, de silencios, seguramente que a él le hubiese dado para una reflexión en forma de poema o de cualquier otra cosa…

    -Así es la vida, tenía razón Antonio Machado: nos adentramos por el misterio de la muerte ligeros de equipaje y casi desnudos, “como los hijos de la mar”. Pero eso sí, y siguiendo con Machado, Altolaguirre lo hizo haciendo verdad esos versos, tan hondos: “y al cabo nada os debo,/ debéisme cuanto he escrito” y editado. Él se fue en paz, somos nosotros quienes estamos en deuda con él.

    Por lo demás, algún día habrá que hablar de verdad, sin eufemismos, de lo que supuso el franquismo. Cuando devolvieron el cadáver del abuelo de mi hijo, el último comunista fusilado por Franco, que la mierda de aquel régimen mantuvo enterrado en secreto durante más de una década, yo también me sentí muy solo, y es que solo asistimos sus hijas, Dolores y Carmen, su abogado durante el proceso militar y su mujer, Ángela, exiliada en Francia, a la que concedieron un permiso de veinticuatro horas para recoger el cadáver de su marido. En el franquismo siempre estabas solo cuando las cosas se ponían mal, en fin.

    -Amigo Gonzalo, en esta “casa” nos agrada mucho acercarnos a “lo humano”, ¿cómo fue el Manuel Altolaguirre como “ser humano”?

    -Un hombre cordial, generosísimo y bondadoso; un poeta intenso, un editor que fue capaz de hacer realidad sus ensoñaciones y un, finalmente, un apasionado del cine.

    -¿Nos puedes explicar cómo fue acercarte a él como persona; al proceso de investigación y documentación? Tarea muy trabajosa, pero que, visto el resultado final, luego te llena y no poco, ¿no?; ¿qué nos puedes explicar?. -¿Y cómo recuerdas que fue tu metodología de trabajo?

    -Fue un proceso natural, ya señalé más arriba que llevado de la mano por Maya Smerdou Altolaguirre. Y estando en Cuba, el libro surgió sobre la marcha, incitado a escribirlo por Alberti que todos los días, todos, me preguntaba e insistía. Trabajo, sí, claro, pero trabajo con gusto.

    -Gonzalo, ¿en qué andas metido en estos momentos, en qué andas trabajando ahora?

    -Pues como siempre: en diversos asuntos, así clásicos como actuales. Estoy preparando una reedición, actualizada, de “Por los albores del toreo a pie”; obra que en el mercado del libro de segunda mano alcanza precios tremendos y sobre el que me ha costado trabajo volver, porque a mí siempre me cuesta trabajo volver la vista atrás. También tengo varios proyectos de los que prefiero no hablar, demos tiempo al tiempo.