Boutique de poesía

    En la rueda de las apariciones de Jordi Doce

    En la rueda de las apariciones de Jordi Doce

    Para que la mirada pinte el mundo, son necesarios los colores de la luz. Pocos poemas hay en la obra de Jordi Doce que no impregnen la luz y su ilimitada paleta de matices cuya intensidad hace que, a veces, se personifique: "Respira una luz parda/ que pesa lo que el tiempo,/ lo que el miedo", escribe en "La deuda". La luz es la materia con la que se tallan las palabras. Los versos de Doce brillan como puñados de cristales, que configuran tanto una múltiple masa de resplandores como un solo y radiante espejo. La luz abunda en los poemas de En la rueda de las apariciones, pero también su contraparte: la sombra, la oscuridad, la noche (y con esta, la luna, híbrida conjunción de esplendor y negrura). La luz vela y desvela, afirma Doce en "Cine-club". Y en el país de la luz -el cielo, el aire- habitan los muchos pájaros que pueblan estas páginas: palomas, gorriones, águilas, grajos, urracas y, sobre todo, cuervos. En Inglaterra, los cuervos son omnipresentes. 

    La versatilidad de Jordi Doce es destacable: cultiva todas las formas, y todas eficazmente. Predomina el verso blanco, coincidente con los metros clásicos de la tradición hispana, pero también practica formas de otras tradiciones, como la oriental -de la que nos ofrece haikus y tankas-, y modalidades arraigadas en la contemporaneidad, como el poema en prosa - los de Estación término se inclinan por un suaver irracionalismo- o las composiciones de estructura singular, y lúdica, como "Notas a pie de vida", una sucesión de 33 notas a pie de página sin el texto del que provienen, o "Monósticos", en los que las estrofas conforman una pirámide: del primer poema, de un solo verso, se pasa sucesivamente al undécimo, de once, y de este desciende hasta el vigésimo primero, de nuevo de un solo verso. 

    Ver libro