La imagen, la escena y los fragmentos

Vital nos conduce por la poesía de Antolín Sánchez, escritor que transita paisajes interiores y urbanos, espejeando nuestras soledades
La ausencia de los barcos (Oviedo: Ars Poética, 2025) nos ofrece una experiencia de la pérdida absoluta, y entonces extraviamos las escenas y tal vez también las historias y los deseos, aunque afortunadamente no los buenos versos: los hay en abundancia en este discípulo de Fernando Pessoa y María Zambrano.
Antolín Sánchez, en efecto, ha prologado o más bien introducido y curado –en colaboración– algunos de los volúmenes en el impresionante proyecto editorial de las Obras completas de la autora nacida en Vélez el año de 1904. Y Pessoa aparece en el epígrafe de La ausencia de los barcos:
¡Y vosotras, oh cosas navales,
mis viejos juguetes de sueño!
Ciertas cadencias en el volumen evocan el magisterio de la Oda marítima, monumental exposición poética del autor portugués, quien, como los personajes de Los Maia, de Eça de Queirós, oscilaba entre Lisboa y Londres, entre Benfica u otro barrio lisboeta y Richmond u otro destino inglés.
La melancolía de cierto Pessoa llega a ser tristeza en Sánchez, como cuando dejamos de ver un barco y allí va la persona amada y va el sentido de nuestra vida. ¿O el barco nunca llegó? ¿Nunca existió?