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    La música de ‘Poeta en Nueva York’ Josué Bonnín de Góngora

    La música de ‘Poeta en Nueva York’ Josué Bonnín de Góngora

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    El compositor y pianista Josué Bonnín de Góngora presenta en la Academia la música del poemario lorquiano 'Poeta en Nueva York' junto con un libro estudio. Las razones o motivos –en ocasiones sinónimos– que las fuerzas intrusivas que me acompañan como compositor y que me han llevado a escribir toda la música del inmortal poemario de Federico García Lorca Poeta en Nueva York, han sido de muy diferente índole.


    Diríase que este poemario es, desde el punto de vista del compositor, el más complejo y completo de su inmortal autor. La complejidad y la cantidad de imágenes del poemario es en sí un universo entero que debía ser explorado. Así habité este poemario durante tres largos años, buscando, meditando y trasladándolo posteriormente a música (no se trata de un mero acompañamiento sino que es en sí un poema sinfónico para piano), redescubriendo lo poliédrico que sus versos hieren, señalan y matizan: abraza este poemario todo el espectro del sentir humano, tanto desde el punto de vista del amor, del desengaño, del crucial aspecto social y la relación existencial del hombre que se pierde a sí mismo para encontrarse mediante el camino iniciático del verso.

    Dejando a un lado la construcción –o deconstrucción– de una sociedad según parámetros ideológicos que ya no existen y que obedecían a directrices de una dinámica social que no resistía el diminuto banquete de la araña; no obstante, la relación más profunda del hombre con el hombre y la introspección lorquiana convierte lo más mundano en universal merced al mundo del sentimiento más puro de amor por la Humanidad, más allá de valores éticos y estéticos en el que el propio poeta se ofrece al sacrificio –en sentido latréutico– para la redención del humano mediante el amor.

    Así, su inicio cual Virgilio en la selva oscura, comienza con una falta de identidad, de un no reconocimiento de su propio yo lírico y espiritual y que el espejo de la sociedad no refleja por estar en la sombra donde las palomas chapotean las aguas podridas… alba no. Fábula inerte.

    Así, su final ya florido en el espíritu de lo más humano, dejando –no sin admiración– la lejanía del perfil de Nueva York en su horizonte.

    Josué Bonnín de Góngora