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    Una alegría extraña

    Una alegría extraña

    JUEVES, 23 DE FEBRERO

    Ahí viene Antonino Nieto, jamás se derrota, con su libro de versos “El pulgar de la alegría” Allá el viernes 3 le arroparemos en el Liceo en su presentación. Cierto que sus presentaciones suelen ser siempre originales. Ya me ha llegado su libro. Lo abro al azar y leo: “Ahora al que sabe se le llama viejo/ y ya no cuenta,/ se le mata/ su sabiduría, su condena./ Ahora se borra el tiempo/ y la lengua es el patíbulo”.

    Me cuenta: “Qué malos tiempos, Jaime, las editoriales huyen despavoridas si llegas a ellas con tu libro de versos bajo el brazo. Vamos, los editores se esconden hasta debajo de la mesa”. Pero él lo logra y ahí viene Antonino con su voz orgullosa y sus versos demoledores.

    Hay que joderse, acabo de escuchar aquella canción de la banda Topo. ¿Recuerdas? Los dos la vimos actuar en la sala Sol y salimos cantando su estribillo: “Y mis amigos dónde estarán./ Con un cigarro en la boca/ arreglábamos el mundo / a golpes de futbolín./ Mis amigos, con los que hice la revolución./ Mis amigos en un tresillo se aplastarán”. Ay, Toni, entonces el mundo no era tan hostil. Aún no habían llegado los fulanos que nos manipulan con técnicas persuasivas ni había tantas paparruchas en la tele.

    Siempre que pienso en ti, recuerdo a aquel camarero del Café Comercial que no dudaba en prestarnos mil pesetas. Cómo era; adivinaba cuándo no teníamos un puto duro. Aquel viaje Madrid-A Gudiña. Nuestros billetes terminaban en Zamora. Al llegar a Sanabria, el fulano nos arrojó del tren sin contemplaciones. Al bajar, la nieve nos daba por las rodillas. Qué golpe de suerte tuvimos. Justo entonces, un taxista de Verín se detuvo a nuestro lado, venía vacío. Eran aquellos tiempos en que acarreaban portugueses huidos de la guerra de Angola hacia Francia.

    Abro de nuevo el libro y leo cómo interroga con la gran pregunta a los dioses: “Si puede evitar el dolor, ajeno, ¿por qué no lo hace?/ Si es todopoderoso, ¿por qué permite la miseria y la muerte?/ ¿Lo feliz le es ajeno?” Así que te invito hermana, hermano lector a su presentación. Seguro, su desafiante recital te conmoverá.

    Jaime Noguerol

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